martes, 17 de febrero de 2015

Gachas de Curruscones de Cabra (Córdoba)



«Mosito que está en la puerta,
entre usté y me meserá;
que los que me están mesiendo
han comido poleás»

Copla Popular

Cabra (Córdoba)


Los orígenes de la ciudad provienen de un oppidum turdetano, quienes eran considerados los descendientes de Tartessos, denominado Licabrum, donde actualmente se encuentra el barrio de La Villa, para posteriormente ser romanizada como Igabrum y ampliarse hacia el barrio de El Cerro. Durante el dominio visigodo fue capital administrativa al convertirse en sede de una diócesis episcopal, mientras que en época islámica fue capital de una cora de Al Ándalus.

Plinio nombra a Egabrum entre las más célebres ciudades del Imperio. Los restos romanos son abundantes en todo el término municipal y su explotación de canteras de mármol rojo.

Este lugar tan destacado llegará a ser uno de los primeros focos del cristianismo en la Bética Romana, siendo evangelizada por Hissio, primer Obispo de la ciudad; en el siglo III llegará a ser Sede Episcopal.


Las luchas de musulmanes y cristianos en la Baja Edad Media la convierten en lugar estratégico, por lo que el Rey de Granada Mohamed I mandará reforzar su castillo y murallas.

Cabra será conquistada en 1244 y estando ya en poder cristiano, el rey Alfonso IX de León la donará a su hijo Alfonso, Señor de Aliger. Alfonso X hará donación de Cabra a la ciudad de Córdoba en 1258. Su hijo Sancho el Bravo, sin respetar la decisión paterna, la donará al Infante D. Pedro y éste a su hijo Sancho el cual la permuta, en 1295, a la Orden de Calatrava.

Tras diversas conquistas, tanto por parte de los musulmanes como de los cristianos, pasa a poder de D. Enrique, Conde de Cabra.

En 1455, Cabra es donada a Diego Fernández de Córdoba, Mariscal de Castilla y Señor de Baena, con el tí­tulo de Conde de Cabra, gobernándose por el Fuero de Córdoba desde época de Alfonso X.


INGREDIENTES

Ocho cucharadas de aceite de oliva virgen extra

Tres rebanadas de pan a dados

Seis cucharadas de harina

Medio litro de agua o de leche
(Como más nos guste)

Cuatro cucharadas de azúcar

Diez almendras sin piel

Cinco nueces

Una pizca de sal.


ELABORACIÓN

Primero aceite de oliva, se fríen las almendras, las nueces y el pan a daditos y lo reservamos (todo por separado).

Colamos el aceite si nos ha quedado sucio de freír el pan.

En el mismo aceite añadimos la harina y removemos, le incorporamos la leche caliente con la pizca de sal.

Removemos bien, evitando que se formen grumos y agregamos el azúcar.

Dejamos hervir sin dejar de remover hasta que espese.

Picamos a cuchillo las almendras y las nueces.

Un momento antes de apartarla del fuego, se le incorpora las almendras, las nueces y removemos una vez más.

La distribuimos en platos de loza y adornamos con los cuscurrones y la canela molida.

Hay quien gusta de regarla con miel, en ese caso se reduce la cantidad de azúcar.


OBSERVACIONES

La tradición es hacerla con agua, quizás debido a la imposibilidad económica de conseguir la leche en tiempos pasados.

El anís se suele sofreír en el aceite limpio, yo añado las semillas cuando he apartado el Aceite del fuego para que no se quemen.

También existe otra opción muy popular en Andalucía que es la de añadir una copita de anís al terminar las gachas o poleas.

Se suele hervir la leche con una piel de limón, naranja, unos clavos y un trozo de corteza de canela.

Los cuscurros me gustan añadirlos sobre las gachas una vez en la cazuela, sino absorben el líquido y pierden el crujiente.


jueves, 5 de febrero de 2015

Roscos de Sartén Dulces de Abla (Almería)



«Rosquilla de monja, fanega de trigo»

Refrán Popular

De Abla (Almería)


Nombrada Alba Bastetanorum por los romanos, de los que quedan restos fechados en el siglo II, fue una ciudad reconstruida por los árabes, a los que sirvió como puesto de control entre Almería y Granada.

Su posición estratégica respecto a las comunicaciones longitudinales de la Andalucía oriental, dio lugar a que culturas ya avanzadas, como la romana o musulmana y agraria cristiana, encuentren en Abla razones añadidas para su establecimiento.

Durante el emirato Omeya de Córdoba (756-929), surge en el siglo IX un clima de inestabilidad social que conlleva al levantamiento en el sureste peninsular de la población hispana mozárabe-muladí acaudillada por Umar Ibn Hafsun contra la dominación árabe.


La Reconquista definitiva de Abla se produce con ocasión de la campaña que hicieron los reyes Isabel y Fernando desde Almería a Guadix en diciembre de 1489. De este modo, la población queda incorporada a la corona castellana una vez concertada su entrega con el rey Muley Abdelí «El Zagal», quién rindió la fortaleza a las huestes castellanas, pactándose seguidamente las capitulaciones entre los Reyes Católicos y los mudéjares del lugar.


INGREDIENTES

Cuatro huevos para unos 40 roscos.

Ocho huevos unos 80 roscos.
Por cada huevo
Cuatro cucharas soperas de azúcar.

Tres cucharas soperas de aceite de oliva virgen extra.

Cinco cucharadas soperas de leche.

Harina de trigo, la que admita.

Ralladura de un par de limones.

Un paquete de levadura.

Son siete ingredientes los necesarios para hacer la masa; huevos, aceite de oliva, leche, azúcar, harina, ralladura de limón y levadura.

Para rebozar;
Azúcar y canela molida.

Para bañar los roscos;

Anís seco y dulce.


ELABORACIÓN

Lo primero que necesitamos es un recipiente adecuado para realizar la masa.

Rompemos los huevos y los vertemos en el recipiente.

Aparte, rallamos el limón.

Ahora, vamos paso por paso;

Mientras batimos los huevos, añadimos las cucharadas de azúcar; cuatro por cada huevo que utilicemos para la masa.

Continuamos con el aceite de oliva; tres cucharadas por cada huevo.

Le toca el turno a la leche; cinco cucharadas por cada huevo.

Continuamos batiendo sin parar.

Añadimos la ralladura de los dos limones.

Luego la levadura; cada cuatro huevos un sobre.

Nos ayudamos con la batidora eléctrica (Túrmix)

Con un cucharón de madera comenzamos a batir y añadíamos la harina.

Dejamos la masa algo pegajosa, que se pegue a las manos.

Harina, la que admita.


Sobre la mesa de trabajo comenzamos a trabajar la masa enérgicamente. Nos ayudamos espolvoreando harina.

Cuando consideremos que la masa queda elástica y se despega con facilidad de la mesa dejamos reposar en un plato o bandeja sobre un poco de aceite para que no se pegue; de quince a treinta minutos.

Seguidamente colocamos un recipiente con aceite sobre la mesa de trabajo para mojarnos los dedos mientras trabajamos la masa.

Hacemos bolas de unos 50 a 75 gramos aproximadamente.

Luego, amasamos bien las bolas y las alargamos, tal como se ve en la foto.

Con un rulo de amasar o con el puño, aplastamos la masa y configuramos los roscos tal como se muestra en la fotografía.

Vamos realizando los roscos y cuando terminemos la masa ya podemos comenzar a freír.

Ya sabéis, aceite moderado para que no se quemen las rosquillas.

Poco a poco vamos friendo.

Las apartamos y bañamos en los dos anises; el seco y el dulce.

(Ligamos los anises, primero)

Escurrimos.

Por último, bañamos las rosquillas en canela molida y azúcar.


OBSERVACIONES

También admiten ralladura de naranja, un poco de clavo de olor molido y también una cucharadita de bicarbonato.

Son roscos típicos de Semana Santa en Abla.

Muy tiernos y suaves.

Hemos de tener cuidado de escurrirlos muy bien, debido a que, al ser fritos con el aceite no muy caliente, pueden absorber demasiado aceite.